martes, 14 de junio de 2011

La triste y brevísima historia del no muy ingenioso capitán Spiff

A ojos de muchos esta historia es en sí una locura, pero, aunque no lo crean, esta tiene una parte real.
Una tranquila tarde de domingo en casa de los Peterson, una familia normal, que vive en un barrio normal en una ciudad de lo mas normal. Peter el único hijo de la familia esta como siempre delante del ordenador, el chico juega a un juego online galáctico.
El avatar del muchacho, llamado "Capitan Spiff" recorre la galaxia encontrándose con las aventuras mas inverosímiles que se hayan visto jamás, pero a Peter le gusta el juego, mucho. Sus padres empiezan a pensar que es una seria adicción, pero el lo niega.

Al ver que había que terminar con esto, los padres confiscaron el juego y le cancelaron la cuenta. Peter se enfadó y se fue a su cuarto. Después de unos dias despertó bruscamente, como si hubiera estado hibernando.
-¿Qué te pasa hijo? Llegarás tarde a la escuela -preguntó algo alterada la madre.
¿En qué planeta estamos?
-¿Cómo? -dijo la madre desconcertada.
-¡Te he preguntado en qué planeta estamos sucio alien! Respóndeme o tendré que atacarte en nombre de la Armada Cósmica
Su madre estaba estupefacta y no sabía exactamente qué estaba pasando, se quedó mirando atónita cómo su hijo cogía una pistola laser de juguete e intentaba disparar a la madre. Paium! Paium! aquel trasto dirigía una luz roja hacía ella y hacía un sonido extraño.
-¡MALDITA SEA! ¡mi munición no funciona contra este enemigo!El capitán Spiff se retira-dijo en voz alta a su reloj de pulsera.
Acto seguido saltó por la ventana rompiendo el cristal. Era un primer piso. Dio una voltereta al aterrizar y fue al garaje. Allí estaba su padre arreglando la tostadora, con un destornillador en la mano dijo tranquilamente:
-¡Buenos dias! ¿Qué ha sido ese ruido?
-¡OH NO! ¡Tiene un arma!- gritó el capitán Spiff
Se abalanzó sobre él  y le dejó incosciente.
Subió al coche, lo arrancó y dijo a su reloj:
-Comandante , la presencia hostil es grande me dispongo a huir en un rudimentario vehículo.
El chico debía de tener unos 15 años y falleció al pensar que el coche era una nave despeñandose por el barranco mas cercano.

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