lunes, 25 de octubre de 2010

El monje incomprendido por Raúl García

  Corría el siglo XI y un monje pintaba un cuadro en su perdido monasterio del norte de Castilla. Aquel monjecillo de la orden benedictina no cesaba de pintar ese cuaadro, mas todos sus hermanos se preguntaban qué significaría. Mucho le habían preguntado pero el siempre respondía:
-No estoy seguro, tan solo sé que Dios es mi inspiración.
Y entonces cada uno se iba a hacer su tarea y lo dejaban pintar. El monje solamente comía, rezaba cuando tocaba, dormía y pintaba el cuadro, jamás se cansó hasta que lo hubo terminado y entonces, satisfecho, se fue a rezar mientras los otros monjes, asombrados se preguntaban cual sería su significado o, tan solo su finalidad.
 Mucho pensaron, y una mañana, al despertar , el cuadro había cambiado, la figura del que supuestamente era Dios cambió de postura, adoptando una extraña pose y sus ropajes desaparecieron mostrando su cuerpo desnudo. En ese momento el desgraciado autor del cuadro apareció por allí y, todos le miraban preguntandose como se atrevió a blasfemar de aquel modo. El monje, aterrado, salió corriendo y los otros le siguieron hasta el mismo fin de las tierras de la abadía.
Tropezó con una raíz de un gran roble, entonces llegaron los monjes y le encontraron desmayado y esperaron a que despertara y entonces lo acusaron de nigromancia, artes oscuras y blasfemia y lo quemaron vivo.
Más tarde se descubrió que el cuadro no cambió, pues tan solo fue un cambiazo de su celoso hermano que quiso hacer una "bromita".

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